sábado, 8 de diciembre de 2012

Cómo abordar la sexualidad de los mayores en las residencias



¿Las residencias de mayores de nuestro país están preparadas para abordar la sexualidad de sus usuarios con naturalidad?

La respuesta es que la mayoría de ellas ni lo contemplan. Los responsables de los centros sociosanitarios aseguran que no suelen darse con frecuencia casos de residentes que deseen mantener relaciones sexuales. De cualquier manera, perciben esta circunstancia como muy complicada de afrontar, no sólo de cara el mayor, sino también por los demás usuarios y por los propios familiares, que no siempre entienden y aceptan que sus progenitores, “a esas edades”, puedan sentir deseo sexual y busquen afecto en una pareja. 

Teniendo en cuenta que el deseo sexual es uno de los instintos humanos que primero surgen y que más tarde desaparecen, resulta incompresible que la sexualidad en los mayores aún se relacione con un acto deshonesto, y se considere tabú. Y, por supuesto, es cuestionable que se tenga por inusual. De hecho, entre un 50 y un 60% de las personas mayores de 65 años manifiestan su deseo de mantener algún tipo de actividad sexual, un 20 o 30% se muestran indiferentes y un 20% no están en condiciones físicas o psíquicas. 

En este sentido, los geriatras aseguran que el cese de la actividad sexual no está ligado a la edad, sino más bien a otros factores individuales como tener pareja, la salud de ambos, el grado de incapacidad física y mental, aspectos psicosociales… Y se aprecia otro condicionante como vivir con los hijos o en una residencia, ya que, en la mayoría de estos casos, el mayor carece de libertad suficiente para mantener una vida sexual y amorosa. 

En el caso de los centros sociosanitarios de nuestro país, la media de edad de los residentes es superior a los 80 años y muchos son dependientes físicos o psíquicos, pero esto no es excusa para cerrar horizontes a los mayores que estén en plenas facultades. Entre otras cosas porque se estaría contribuyendo a una merma absoluta de su calidad de vida. 

Además, esto solo constata que los profesionales aún tienen una apreciación del envejecimiento como etapa de decadencia, una generalidad que invalida las posibilidades sociales, afectivas y sexuales de los mayores. 

Para mejorar esta situación, los directores y demás empleados deben concienciarse de que, evidentemente, con el envejecimiento se dan una serie de cambios, tanto anatómicos como funcionales, que pueden condicionar ciertasmodificaciones en la actividad sexual de los mayores, e incluso interferir en ella o limitarla. No obstante, no la impiden sino que exigen una adaptación; un cambio de patrones, como explica el doctor Carlos Verdejo, miembro de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG): “La actividad sexual en los mayores se modifica, es distinta de la sexualidad de los jóvenes o los adultos de edad media. Se reduce considerablemente el coito (penetración) y aparecen otras manifestaciones, como masturbación, tocamientos, caricias o abrazos. Y es que buscan en la sexualidad un componente afectivo, de cariño, de emoción, de contacto, no exclusivamente el disfrute sexual”. 

Tener clara esta idea es el primer paso para comprender cómo se pueden sentir los mayores y considerar qué es necesario para garantizar su intimidad y comodidad durante la estancia en el centro, sin un menoscabo del respeto hacia compañeros y profesionales. En este sentido, una clave práctica es la naturalidad. 


Beneficios para la salud 

La salud es un valor realmente importante para todas las personas en cualquier etapa vital, pero adquiere un matiz especial en la tercera edad. El bienestar de los mayores depende de muchos factores y, entre ellos se encuentra la sexualidad. Para algunos resultará más importante que para otros. Por tanto, los responsables de las residencias y su personal tienen la responsabilidad de detectar los casos de aquellos usuarios interesados en este aspecto para ayudarles a alcanzar una vida plena, sin frustraciones. Este apoyo profesional y la adopción de medidas adecuadas para facilitar la vida sexual de los residentes puede favorecer que “se sientan más activos, relajados y con una autoestima más alta”, señala Carlos Verdejo. 

Por el contrario, las restricciones pueden causar “ansiedad, pesimismo, bajo estado de ánimo, e incluso depresión”, apunta el presidente de la Sociedad Española de Médicos de Residencias (SEMER), Alberto López Rocha. Ambos expertos están de acuerdo en que, a pesar de la importancia de este aspecto en la calidad de vida de los mayores, en la actualidad, las residencias españolas no están preparadas para asumir este reto. Concretamente, el doctor Verdejo estima que para poner en marcha un programa estándar que permita la sexualidad en los mayores en los centros es necesario tener unas bases humanas y unos espacios físicos apropiados, que aún no están integrados en la relación entre los mayores y las instituciones. 

Falta de concienciación 

En opinión de Carlos Verdejo, la mayoría de la población y muchos profesionales sanitarios tienen la idea de que los mayores institucionalizados, sobre todo los enfermos, no poseen deseos ni mantienen ningún tipo de actividad sexual. Por tanto, no se habla del tema, no se pregunta al interesado, no se investiga y se considera inexistente. Este especialista, insta a las personas que trabajan con estos mayores a “conseguir un cambio de mentalidad y a plantear este asunto con absoluta naturalidad, como sucede con el estreñimiento, la movilidad o la visión”. 

Por su parte, el doctor López Rocha aclara que las creencias y moralidad también son un inconveniente a la hora de actuar a favor de los mayores preocupados por su vida sexual. En este sentido, considera que la empatíasería un buen valor a considerar por los cuidadores, ya que, aunque lo vean algo lejano, llegarán a esas edades, “¿pensarán lo mismo entonces?”, reflexiona este médico de residencias. 

Según el presidente de SEMER, “la sexualidad en los mayores no es un estorbo de cara a la sociedad, por lo que en los centros sociosanitarios tienen que facilitarla, no enturbiarla u obviarla. Esto no quiere decir que haya que promoverla, pero sí tenerla presente como se hace con cualquier otro tipo de necesidad, tanto social, como orgánica y psíquica”. Ante todo, se ha de ser serio y respetuoso con este tema. 

Limitaciones de las residencias 

Además de un problema de conciencia social y profesional, los propios centros cuentan con importantes limitaciones en sus infraestructuras. El psicólogo Félix López Sánchez en su libro Sexualidad y afectos en la vejez, recién publicado, refiere que la ubicación de las residencias, la ausencia de espacios de privacidad y la organización de actividades sexistas, entre otros aspectos, fomentan el deterioro de la vida sexual y amorosa de los residentes. 
  • Ubicación alejada y mal comunicada. Cuando las residencias están alejadas del centro urbano y tiene un dificultosa comunicación, los mayores lo tienen más complicado para salir y relacionarse. 
  • Falta de espacios privados. Lo ideal sería que el usuario dispusiera de una habitación individual decorada y personalizada con el fin de tener mayor privacidad. Y, además, se le permitirá acceder con una amiga o amigo. En su defecto, sería adecuado que la residencia reservara algunas habitaciones donde una pareja pudiera tener intimidad. En la actualidad, la intimidad es uno de los talones de Aquiles de las residencias, porque incluso teniendo una habitación propia, los asistentes pueden abrir la puerta en cualquier momento. 
  • Inexistencia de habitaciones preparadas para una pareja. Son muy pocas las residencias que cuenta con camas de matrimonio. Normalmente, las habitaciones para una pareja suelen componerse de dos camas separadas por una mesita de noche. Y esto puede resultar un inconveniente, porque no se brinda la oportunidad a un matrimonio de dormir juntos. 
  • Actividades sexistas. En muchas ocasiones, las actividades diarias están organizadas para hombre y mujeres por separado, en lugar de preparar juegos y tareas con las que romper la monotonía y favorecer las relaciones amistosas y afectivas de los mayores. 
  • Horarios poco flexibles. A una persona mayor con plenas facultades, le debería estar permitido entrar y salir de la residencia con cierta libertad, porque así se favorece su autonomía y desarrollo social. También sería interesante que pudiera recibir visitas casi a cualquier hora. 

Propuestas para mejorar la situación 

Además de las mejoras estructurales del centro, Félix López explica que los centros pueden facilitar la sexualidad de los mayores mediante otras acciones como: 
  • Aplicar normas que posibilitan una mejor adaptación y proporcionen mayor comodidad al residente (presentación a los demás mayores, persona que se responsabilice de su adaptación durante las primeras semanas, integración progresiva a las actividades del centro…).
  • Impulsar el contacto con el exterior y con personas de otras residencias, a través de actividades culturales, lúdicas, viajes…).
  •  Impartir cursos que promocionen la salud y la educación sexual. 
  • Ofrecer ayuda psicológica y sanitaria para resolver dudas o problemas de aquellos mayores que deseen mantener relaciones sexuales. 
  • Llamar a las puertas de las habitaciones antes de entrar. 
  • No reprobar conductas de masturbación. 

Formación de los profesionales 

Una vez concienciados de la importancia de la sexualidad como un aspecto más de la salud y el bienestar del mayor, los profesionales deben formarse adecuadamente con el fin de conocer las herramientas que pueden emplear para mantener, en estos casos, un equilibrio entre la intimidad del residente y el respeto a los demás usuarios y asistentes 

En este sentido, las dos sociedades médicas principales que velan por la salud y calidad de vida de los mayores, SEMER y SEGG, organizan charlas, talleres y monográficos para orientar a los profesionales. Y es que “la necesidad existe y hay que dar soluciones adecuadas, siempre manteniendo el respeto, la consideración ética y deontológica como bases”, espeta el presidente de la SEMER, Alberto López Rocha. En su opinión, la mejor forma de abordar esta temática es con una formación adecuada en la que se involucren todos los sectores que atienden al mayor, y no solo en el campo institucional. López Rocha sostiene que la asociación de la cual es presidente lleva ocho tratando esta cuestión en jornadas y monográficos, dirigidos a médicos de residencias, geriatras, psicólogos, pedagogos, trabajadores sociales, enfermeros, directores de centros geriátricos y asociaciones de familiares, con el objetivo de destruir mitos y tabúes y conseguir que la sexualidad a estas edades se trate como algo normal. 

En la misma línea, esta sociedad está trabajando en la culminación de unmanual de sugerencias orientado a los cuidadores profesionales y familiarespara que, de una vez por todas, este asunto tenga un tratamiento correcto, sin tapujos. Esta formación será crucial, porque si no se considera un aspecto importante para el mayor institucionalizado, que puede influir en su calidad de vida, no se impulsarán los cambios. Así lo recuerda Carlos Verdejo, geriatra de la SEGG: “hasta que los profesionales sanitarios no entiendan la necesidad de abordar este aspecto de la vida del mayor, nunca se van a desarrollar medidas. Luego, las soluciones vendrán de forma específica e individual en cada caso”. Un primer paso, en este sentido, podría ser incorporar la historia y actividad sexual del mayor en sus métodos de trabajo. 


Información para mayores y familiares 

Sin duda, la formación en sexualidad es indispensable para los empleados sociosanitarios, pero también resulta interesante que los mayores conozcan más sobre los cambios que se están produciendo en su organismo, así sobre cómo mantener una vida sexualmente activa sin represión. Y es labor de las residencias o centros de día orientar y asesorar a sus residentes o usuarios sobre estos aspectos. 

Aunque la mayoría de las instituciones no son conscientes de esta responsabilidad que deben asumir, también existen geriátricos que impulsan este tipo de medidas que favorecen el bienestar de sus residentes. Ejemplo de ello, es la Fundación Aspaldiko, en Portugalete (Vizcaya), compuesta por la residencia, centro de día y la coordinación de cuatro centros sociales. ¬Esta entidad elabora, dentro del programa de educación para la salud, una temática de educación sexual. En ella, se abordan diferentes temas sobre la sexualidad, con objeto de acabar con ciertos miedos, mitos, prejuicios y estereotipos. Está iniciativa está dirigida a profesionales, familias, personas voluntarias y mayores. 

En general, en este tipo de charlas, los especialistas suelen detectar personas con necesidad o interés especial en el tema. La detección se lleva a cabo a través de una valoración de la jornada en forma de encuesta. Pero el principal elemento es la propia observación. En este sentido, el responsable Servicio Psicosocial y Centros Sociales Aspaldiko, Álvaro Mosquera, explica: “Después de acabar la charla, continuo casi una hora más atendiendo a personas que no se han atrevido a preguntar en público. A partir de aquí, realizo una intervención individualizada, afrontando diversas problemáticas o inquietudes de cada uno de ellos, y creo un grupo reducido de trabajo”. 

Bajo título Educación para la salud sexual, estos centros facilitan una formación enfocada a la orientación ética, como son el trabajo de casos y líneas de actuación; eliminación de prejuicios; y seguridad. Están dirigidos a profesionales y personas mayores. 

Entre los temas que tratan, destacan: 
  • Información rutinaria sobre el derecho a la intimidad (relaciones afectivas libres y naturales). 
  • Programa de reeducación de conducta: redirigir las conductas desinhibidas públicas hacia lugares privados (caricias íntimas, masturbación…).
  • Formar, fomentar y facilitar la comunicación sobre cualquiera de estos temas desde los diferentes profesionales y aprovechando momentos de cada uno (ASEOS, EPS, PAI, PCI…). 
  • Posibilitar el uso de espacios determinados, adecuados. 
A pesar de todos los cambios e iniciativas que poco a poco están surgiendo, aún queda mucho por hacer, pero los implicados confían en que juntos se conseguirá alinear los deseos de los mayores con las responsabilidades sociales de los centros y sus profesionales. 

Estoy de acuerdo con lo que se dice en el artículo, si bien es cierto que en la mayoría de las residencias no están preparados para tratar la sexualidad en las personas mayores y se trata como un tema tabú, también hay otras en las que sí son conscientes y lo llevan como un tema normal, como debería ser. También es verdad que en la mayoría de las residencias presentan las limitaciones antes citadas y recomiendo encarecidamente la puesta en práctica de las recomendaciones. 

El tema de la sexualidad en los mayores me interesa mucho, pues pienso que hay que trabajarlo, dados los factores psicosociales que limitan su percepción como algo natural, como seres humanos. Próximamente, escribiré más sobre ello. 


Artículo de Silvia Adame Fernández. Psicóloga especializada en Gerontología, Dependencia y Protección de los Mayores.


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